En La memoria del barro, el fotógrafo Miguel Gil nos invita a sumergirnos en lo que él mismo denomina “macro paisaje”: una exploración visual de entornos inhóspitos o apenas transitados, donde la materia —el barro, la roca, la huella de lo elemental— se convierte en un lenguaje ancestral. Sus fotografías no capturan lo evidente, sino lo invisible: formas abstractas, texturas casi escultóricas, composiciones que evocan tanto la arqueología como la ciencia ficción.
Como apunta Ramón L. Pérez en el prólogo, algunas de estas imágenes parecen tomadas desde un dron, o incluso en la superficie de Marte. Sin embargo, son el resultado de una observación minuciosa y cercana de la naturaleza más próxima, transformada en arte gracias a la mirada del autor. No hay artificio, solo tierra, luz y un ojo capaz de ver lo que nadie ve.
El libro se enriquece con los textos de M. del Carmen Pernas, investigadora especializada en civilizaciones antiguas y cultura sumeria. Su voz añade una dimensión mitológica y simbólica a las imágenes, estableciendo conexiones entre el origen de la humanidad y los elementos que aún nos rodean.
La memoria del barro es una obra que apela a los sentidos y a la conciencia. Una experiencia estética que conecta lo primitivo con lo contemporáneo, lo físico con lo espiritual. Un libro para mirar despacio, para tocar con la vista y pensar con la piel.
