Océano plástico es una obra tan hermosa como necesaria. En ella, el fotógrafo Carlos de Paz, nadador habitual de aguas abiertas, dirige su cámara hacia lo que no debería estar allí: restos de plástico, latas, mascarillas, botellas y otros residuos flotando o semienterrados en el lecho marino. Pero en lugar de apartar la mirada, los encuadra, los ilumina, los transforma en imágenes de una potente carga visual y simbólica.
Lejos de lo figurativo, esta serie apuesta por la abstracción y el informalismo, siguiendo la estela de trabajos anteriores del autor como Foto-Grafías o Cuerpos de luz. Algunas tomas parecen trampantojos marinos: una mascarilla convertida en proa, un plástico que parece un coral, una botella sumergida que recuerda a una nave espacial. La belleza estética contrasta con la realidad degradada, y ese contraste, esa contradicción, es el núcleo expresivo del proyecto.
En muchas de las composiciones, Carlos de Paz no solo fotografía, sino que interviene el entorno: recoge los restos, los coloca sobre fondos rojos, y compone bodegones acuáticos con clara voluntad de denuncia y creación. Esta tensión entre arte y ecología entronca con el espíritu del trash art, movimiento surgido en el siglo XX que reivindicaba la capacidad estética de los desechos.
Acompaña las imágenes una delicada y comprometida suite poética de Fernando Beltrán, cuya palabra dialoga con la imagen para crear una obra coral que emociona y alerta. El resultado es un libro doblemente bello: por su forma artística y por su propósito ético.
La edición es bilingüe (Español / Inglés), encuadernada en tapa dura forrada con tela reciclada de plásticos, en coherencia con el mensaje del libro.
Océano plástico nos recuerda, como escribe José Luis López Bretones, que ojalá la palabra «plástico» vuelva a significar solo belleza y flexibilidad, no contaminación.
