La violencia machista hacia las mujeres, niñas y niños se encuentra incorporada en los diferentes estratos de nuestra sociedad occidental, como consecuencia de las rígidas relaciones de poder social, cultural e históricamente establecidas entre hombres y mujeres, donde los roles asignados, diferenciados y enfrentados, han servido para incorporar los mecanismos que sustentan dicho poder y legitimar así, la violencia sobre los cuerpos femeninos.
Siendo consciente de las graves consecuencias que tienen sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas este atroz ejercicio de poder, y entendiendo el arte como una herramienta de reflexión, de acción y de compromiso, los trabajos que aquí se muestran, cuestionan el ejercicio de la violencia hacia las mujeres y niñas/os ocurrida en el hogar patriarcal impositivo y violento. Un combate cara a cara con la violencia machista, con su silencio, sus tabúes y su escabrosa complicidad que se enfrenta crítica y artísticamente con esta realidad haciendo visible su rotundo ejercicio para reverberar así, las situaciones más traumáticas y poder, desde el lenguaje del arte, manejarlas, subvertirlas o modificarlas.
Evidenciar, hacer público desde el arte lo que se oculta en este tipo de hogares, es para “nosotras”, revelar la dimensión personal de la vida, politizar el dolor, vomitar lo vivido, lo sentido a través de los cuerpos cercanos, lo estigmatizado a lo largo de nuestras biografías. Es querer traspasar la piel por la necesidad de un “volver” y reconocernos en la herida, para que el sentir libere la sangre que habita en los cuerpos femeninos golpeados, y tratar de implicar, de hacer coincidir a la audiencia en el punto exacto donde se estremece la violencia.
