Mala Land

Alcaide es uno de esos poetas casi clandestinos que ha desarrollado su obra al margen de los movimientos poéticos dominantes. Aunque fue finalista en su juventud de varios premios prestigiosos, el título de su primer libro, Los premios perdidos, publicado cuando el autor tenía 38 años, ya anunciaba una posición periférica. De él elogió Ana María Moix su enorme facilidad para escribir, la soltura que agradecen el texto y el lector. Una escritura rotunda y despojada de estorbos caracterizada por una economía verbal que tan bien le va. También Luis Eduardo Aute, con el que el poeta mantuvo una intermitente relación epistolar, se declaró un enamorado de sus juegos conceptuales y los fogonazos de sus breves madrigales amorosos: ¡Geniales, geniales, geniales poemas! Perfectos. Pura dimensión poética, mágica, reflexiva…

Mala land es un libro de madurez que hereda de los anteriores el mundo simbólico del amor perseguido y siempre en lucha contra una sociedad que se le opone; pero a la vez refleja también las contradicciones internas de la vida en pareja y el desgaste de la lucha permanente contra la rutina. El poeta ya no es aquel joven enfrentado a todo y a todos, mas queda bastante rebeldía para encender de nuevo los versos y mostrar a los demás que la poesía puede ser todavía esgrimida sobre tierras o ciudades baldías.

Quien se adentre en sus páginas se verá transportado a la España de la Reconquista (amorosa), a una Granada medieval y a la vez moderna como símbolo de la ciudad perdida a la que el poeta vuelve con su familia tras un destierro físico y espiritual. En la última parte se propone un viaje hacia el pasado de la propia poesía. Libro que juega con el lenguaje, salpicado de expresiones en inglés y versos de otros reutilizados y dotados de nuevo sentido. Lleno también de pequeñas trampas y de tesoros para el que todavía busca la sorpresa cuando lee.